Les hacemos llegar un texto que puede ayudar a los padres en la tarea de educar a sus hijos
"Debemos preparar a nuestros hijos para el mundo del futuro, no el mundo de nuestros padres ni el nuestro. En este mundo actual lo determinante para triunfar será el carácter.... Tener temple, salir de fracasos adecuadamente, hacer de los fracasos un desafío y no una tragedia..., eso será lo que buscarán los seleccionadores de personal"
HIJOS TRIUNFADORES
Hace unos siglos un famoso pensador griego dijo:
'Lo único permanente es que vivimos en mundo de cambios' ¿Qué paradoja verdad? El
mundo que nos ha tocado vivir es uno en que todo cambia a una velocidad que
difícilmente podemos alcanzar. Las formas de comprar, producir, organizarnos para
lograr el éxito, distribuir, promocionar y vender están cambiando permanentemente y
cada vez a una velocidad mayor. Probablemente la respuesta principal a tanto cambio
sea el impresionante avance de la tecnología, especialmente en dos actividades: la
informática y las telecomunicaciones. Pero ¿cómo preparar a nuestros hijos para que
puedan ser mejores ciudadanos del mundo? A continuación les resumo un mensaje que
recibí hace unas semanas de un buen amigo. Debemos preparar a nuestros hijos para el
mundo del futuro, no el mundo de nuestros padres ni el nuestro. En este mundo actual lo
determinante para triunfar será el carácter, no exactamente el conocimiento, como
muchos pudiéramos creer. Tener temple, salir de fracasos adecuadamente, hacer de los
fracasos un desafío y no una tragedia..., eso será lo que buscarán los seleccionadores de
personal.
Para los trabajadores independientes será un auto requisito. Un hijo forjará carácter si
percibe claramente la autoridad de los padres Con presencia de autoridad los niños y
jóvenes a su vez actuarán con autoridad para resolver sus problemas; actuarán por
determinaciones. Sin presencia de autoridad nuestros hijos serán débiles de carácter y
actuarán por impulsos con los consecuentes problemas de adaptación.
¿Exceso de autoridad? Siempre será mejor exceso que falta de autoridad. El límite de
autoridad lo pone la siguiente regla: 'La autoridad no debe humillar'. Básicamente lo que
es el niño o el joven hoy será el adulto del mañana. De vez en cuando hay que mirar al
hijo como un adulto potencial.
¿Queremos que nuestros hijos no sufran? Entonces hay que prepararlos para sufrir. No
podemos estar evitándole todo el tiempo todo posible sufrimiento ¿si no cuándo
aprenderá? Debe comprender la muerte, los problemas de la vida, los problemas en el
trato de sus congéneres. No debemos resolverles todos los problemas, hay que
ayudarlos a que poco a poco los resuelvan ellos mismos. Nadie logra metas exitosas y
duraderas sin un poco de sufrimiento. ¿Alguien imagina a un campeón de atletismo que
no sufra para lograr sus marcas? Eso se aplica a todo tipo de campeón y a todo tipo de
actividad. Siempre hay que pensar que, en parte, no queremos que ellos sufran para no
sufrir nosotros, pero les hacemos un daño con miras al futuro.
Hay que enseñarles a hacer ESFUERZOS SUPLEMENTARIOS. Que sepan que
siempre se puede un poquito más. Recuerda que nadie recoge su cosecha sin sembrar
muchas semillas y abonar mucha tierra. Es muy importante enseñarles a carecer, es
decir a 'sentir la falta de' y arreglárselas por sí mismos. Hay chicos que no juegan su
deporte si no tienen zapatillas de 'marca'. Si no aprendes a carecer no aprendes a
arreglártelas. Aunque tengamos para darles el 100%, los chicos deben saber el valor de
las cosas. Si no lo hacen de chicos, les será muy difícil de adultos y allí sí que van a
sufrir y nosotros también con ellos. ¿Cómo les enseñamos a carecer? ¡Dándoles un
poquito menos de lo que necesitan! ¡No hay otra manera! Si no ¿cómo sienten la falta
de? Así aprenden a apreciar lo que tienen. Aprenden a no ser ingratos. Aprenden a gozar
de la vida porque muchas veces se goza en las cosas sencillas. Aprenden a no ser
quejosos.
Una excelente escuela para aprender a carecer (sin morir en el intento) es la mesa del
hogar, la comida. ¿Qué debemos darles de comer? ¡Lo que nosotros decidamos que es
bueno para ellos! Es no sólo por su bien estomacal, sino que es una excelente forma de
que aprendan a carecer, que no sean ingratos, que no sean quejosos. 'Mami... no me
gustan las lentejas'. Si quieren hacerles un bien para la vida, denles las lentejas. Habrá
berrinches, no se exalten (autoridad no es gritar), que no coma si no quiere, pero cuando
le vuelva el hambre: ¡SORPRESA! ... ¡Las lentejas del refrigerador calentadas!
Parece increíble, pero si no hacemos este tipo de cosas no se podrá adaptar. La comida
es una buena escuela del carecer, pues así no serán quisquillosos en sus relaciones
sociales, en el trabajo y en el mundo real.
También hay que educarlos en el servicio. Una familia normal es un equipo de trabajo
con pocas tareas: tender la cama, limpiar los cuartos, lavar los platos, pintar la casa, etc.
Hay que educarlos para que realicen labores de hogar, aunque lo hagan mal al
principio. Si no hacen este tipo de servicios luego tendrán problemas. Las escuelas más
importantes de liderazgo del mundo enseñan a los jóvenes a carecer, para que sepan y
entiendan el mundo y lo puedan liderar.
¿Mensualidades? Que sean una cantidad fija, más bien, semanales y algo menos de
lo que creen que necesitan. Así aprenden a administrar el dinero. Claro que se
deben aceptar excepciones, pero conversadas serenamente.
Construyamos hijos luchadores, no debiluchos sobreprotegidos.
Que se superen a sí mismos. Que tomen los problemas como desafíos para mejorar.
Recuerden que nadie alcanza altura con un solo vuelo. También hay que ilusionarlos
con ideales, metas futuras, sueños para que sean buenos de corazón. Importante también
es estar convencidos de que triunfador no equivale a tener 'dinero o propiedades',
triunfadores son aquellos que son felices con lo que hacen, con su vida. Solamente así
podrán hacer felices a otros.
Los hijos con carácter templado, conocimiento del carecer, educados en el servicio y
plenos de amor e ilusiones serán hijos triunfadores.
Los padres tenemos la gran responsabilidad de criar hijos que transformen nuestro
país, en uno donde reine la libertad, la abundancia, la justicia y sobre todo la felicidad.
Luís Baba Nakao (Marzo de 2007)