Queridas familias:
Uno de los actos más significativos del Año de la Fe tendrá lugar en el Vaticano el próximo 13 de octubre: el papa Francisco realizará un acto de consagración del mundo entero al Inmaculado Corazón de María, con motivo de la Jornada Mariana que promueve y convoca el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización. “¡Bienaventurada porque has creído!” es el lema elegido para esta actividad, que se extenderá entre el 12 y el 13 de octubre, con la presencia de diversas asociaciones de espiritualidad mariana.
La convocatoria se enmarca en las celebraciones del Año de la Fe y coincide con el aniversario de la última aparición de la Virgen María en Fátima, ocurrido el 13 de octubre de 1917 en Cova da Iria, en la zona central de Portugal. En recuerdo de este suceso, el 12 de octubre la estatua original de la Virgen de Fátima será llevada a la plaza San Pedro, donde el Santo Padre la recibirá y será expuesta a la veneración de los fieles. En esa oportunidad el pontífice dará una catequesis mariana.
Al día siguiente, domingo 13 de octubre, la estatua regresará a la Plaza San Pedro, donde se rezará el rosario y el Papa presidirá la celebración de una misa, donde consagrara el mundo al Inmaculado Corazón de María, tal como lo hiciera su predecesor, el Beato Juan Pablo II en el año 1984.
En el Colegio, en comunión con SS Francisco, esta mañana hicimos una consagración a la Virgen de Fátima con todos los alumnos de Primaria y Secundaria, rezando juntos la oración que les agregamos al final de este mensaje.
Los invitamos para que en comunión con toda la Iglesia, el domingo 13 puedan unirse a rezar en familia por esta intención y puedan así consagrar el mundo entero y sus propias familias al Inmaculado Corazón de María para que en todas ellas reine la paz, la concordia y la unidad.
Esperando que María Santísima nos cubra a todos bajo su manto, los despido con el cariño de siempre,
Jose L. Ordoñez
Director General
CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN DE FÁTIMA
Oh Madre de los hombres y de los
pueblos, Tú que conoces todos sus sufrimientos y sus esperanzas,
Tú que sientes maternalmente todas las
luchas entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas, que sacuden a
nuestro mundo, recibe nuestro grito que, movidos por el Espíritu Santo, dirigimos
directamente a Tu Corazón : abraza, con amor de Madre y de Sierva del
Señor, este nuestro mundo humano, que te confiamos y consagramos, de un
modo especial te confiamos y consagramos aquellos hombres y aquellas
naciones, que de esta entrega y de esta consagración tienen mayor necesidad.
Estamos aquí, frente a Vos, Madre de
Cristo, ante tu Corazón Inmaculado, deseamos, junto con toda la Iglesia,
unirnos a la consagración que por amor nuestro, tu Hijo ha hecho se sí mismo al
Padre.
Queremos unirnos a Nuestro Redentor en
esta consagración por el mundo y por los hombres, la cual en su Divino Corazón,
tiene la fuerza de obtener el perdón y de procurar la reparación.
La fuerza de esta consagración dura
para todos los tiempos y abraza a todos los hombres, los pueblos y las
naciones, y supera todo mal que el espíritu de las tinieblas es capaz de
provocar en el corazón del hombre y en su historia y que, de hecho, ha provocado
en nuestros tiempos. ¡Madre de la Iglesia! ¡Ilumina al Pueblo de Dios por el
camino de la fe, de la esperanza y de la caridad! Ilumina especialmente aquellos
pueblos de los que Tú misma espera nuestra consagración y nuestra entrega.
Ayúdanos a vivir en la verdad de la consagración de Cristo toda la familia
humana del mundo de hoy.
¡Oh Corazón Inmaculado!
¡Ayúdanos a vencer la amenaza del mal,
que tan fácilmente se arraiga en el corazón de los hombres!
Del hambre y de la
guerra ¡líbranos!
De la guerra nuclear, de una
autodestrucción incalculable, de toda guerra, ¡líbranos!
De los pecados contra la vida del hombre
desde su primer instante, ¡líbranos!
Del odio ¡líbranos!
De toda clase de injusticias en la vida
social, nacional e internacional ¡líbranos!
De la facilidad de despreciar a los mandamientos
de Dios, ¡líbranos!
De la pérdida de la conciencia del bien
y del mal, ¡líbranos!
De los pecados contra el Espíritu
Santo, ¡líbranos!, ¡líbranos!
¡Recibe, oh Madre de Cristo, este
grito cargado con los sufrimientos de todos los hombres!
Ayúdanos con el poder del Espíritu Santo
a vencer todo pecado: el pecado del hombre y el pecado del mundo, el pecado en
todas sus manifestaciones.
¡Que el poder del Amor
Misericordioso detenga el mal! ¡Transforme las conciencias!
¡Que en Tu Corazón Inmaculado se
manifieste a todos la luz de la Esperanza!
Amén.
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